El agua es parte constitutiva de todas las células de tejidos de animales y plantas, como así también de los cristales de muchos minerales. Dada su presencia en todos los tejidos, el agua tiene fundamental presencia en los alimentos que ingerimos. Es decir que no ingerimos agua solo cuando la bebemos, sino que también la incorporamos cuando comemos cualquier alimento. Esto puede entenderse observando la gráfica de contenido de agua en los alimentos.
Nutricionalmente, el agua no aporta calorias al organismo al momento de ingerirla en cualquier cantidad, excpeto que este acompañada de azucares u otros componentes.
El compuesto se encuentra presente en forma muy abundante en el planeta y aparece como sólido, líquido y gas. Como sólido en hielos árticos y antárticos, y en la nieve; como líquido en su estado natural a temperatura ambiente de zonas habitables y como gás en la atmósfera del planeta.
A pesar de esto el 90% del agua presente en el planeta como es encontrada no es apta para consumo humano, esto debido a la presencia de sales y minerales como por ejemplo en el agua de mar y hielos polares. Solo el otro 10% constituido por el agua presente en nieves, lagos y rios es apta para un consumo casi directo.
La nieve es considerada como la forma más pura en que el agua se puede presentar al hombre, siguiendole la lluvia en consecuencia. Se considera a la nieve más pura por el hecho de que las lluvias, o el agua en forma líquida, arrastra las impurezas que pueda haber en la atmósfera al caer en forma de lluvia; cosa que en el caso de la nieve no ocurre por encontrarse sólida y recorrer menos distancia para tocar suelo de montañas o zonas de altura.

El agua es imprescindible para el organismo. Por ello, las pérdidas que se producen por la orina, las heces, el sudor y a través de los pulmones o de la piel, han de recuperarse mediante el agua que bebemos y gracias a aquella contenida en bebidas y alimentos. Es muy importante consumir una cantidad suficiente de agua cada día para el correcto funcionamiento de los procesos de asimilación y, sobre todo, para los de eliminación de residuos del metabolismo celular. Necesitamos unos tres litros de agua al día como mínimo, de los que la mitad aproximadamente los obtenemos de los alimentos y la otra mitad debemos conseguirlos bebiendo.